Me gustan los nopales. Cuidar su crecimiento y admirar su belleza es algo que me motiva a querer tener cada vez más cactáceas en mi jardín.

Es una planta importante para mi cultura mexicana y me ha enseñado algunas lecciones para la vida.

Durante el verano en Japón, ocurre la temporada de huracanes. Es una época en la que debemos estar preparados ante cualquier contingencia que provoque cada tormenta.

Recuerdo muy bien el paso del tifón número 15 justo el primer año cuando llegué a vivir aquí. Antes de la hora pronosticada, me di a la tarea de guardar las macetas del jardín que corrían riesgo de ser tumbadas por los fuertes vientos. Cuando tocó el turno del nopal, me admiré de cuánto había crecido.

Un día hice un paseo por Onjuku, Chiba; y mientras caminaba por la playa, vi una diminuta penca de nopal mecerse entre las olas, como basura marítima. «¿Qué hace aquí?», pensé.

Tampoco hay que sorprenderse demasiado por este hallazgo, pues esta ciudad comparte una historia de amistad con México, y por eso cuenta con ornamentos hechos de nopal en diversos puntos.

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¿Era un nopal mexicano? No lo sabía, pero para mi fue una señal: esa planta sobrevivió a todos los ambientes adversos gracias a la resiliencia. La traje a casa, luego la planté en una pequeña maceta. Después de exactamente un año, creció y se reprodujo.

Ahora, con cuatro pencas más, el jardín cactáceo ha crecido.

Compartí en mis redes sociales esta historia con una fotografía y escribí:

«No importa qué tan lejos estés de casa o si vives en un ambiente desconocido. Todo déjaselo al tiempo, y sin darte cuenta, habrás crecido. ¿Crecer de manera perfecta? no lo sé, pero crecer al fin».

Uno de mis amigos respondió el post diciendo: «Roberto, ¿Aún no te has dado cuenta que tú eres como el nopal?, estás lejos de casa, en Japón, en un ambiente nuevo para ti, pero creciendo».

Después de ese comentario, todo me hizo sentido y tomé la decisión de cultivar en casa más especies de nopal con tres propósitos:

  • Inspirarme en su crecimiento.
  • Sentirme más cerca de casa por lo que representa como símbolo de la cultura mexicana.
  • Algún día lograré un cultivo suficiente para alimentarme de manera sustentable.

Cultivando nopales: hazlo tú mismo

Sin embargo, el autoaprendizaje no ha sido sencillo. Encima, cultivar cactáceas en un ambiente tan húmedo como es el clima en Japón, me ha dado algunas dificultades.

Llegó la época de lluvias en los comienzos del verano, provocó el pudrimiento de algunas pencas. De inmediato tuve que remover la zona afectada y esperar la cicatrización para poder ser plantada nuevamente en un lugar más seco.

Después de unas semanas y con todas las precauciones para evitar una reinfección por la humedad, sólo una pequeña tira de 3 cm de la penca original, se logró adaptar a la tierra. Aún con una diminuta esperanza de verla crecer, tocó esperar pacientemente durante unos 6 meses para ver lo que sucedía.

Casi milagrosamente, un día, un brote enano pero de un color verde intenso salió de la última parte de la penca que se había aferrado a la tierra desértica.

Fue así que entendí cómo una penca de nopal me enseñó que se puede resurgir ante cualquier adversidad.

En un sentido metafórico, las complicaciones que sucedieron antes de su renacimiento, representan todas las cosas que tenemos fuera de control en nuestras vidas. A pesar de ello, en nuestro interior habita una fuerza interna que todos tenemos para desarrollarnos plenamente.

Quizá debería cerrar este post con una frase como «haz patria, siembra un nopal», pero quiero terminar con una frase poderosa que me enseñó mi papá:

«Confiemos en el poder de la resiliencia»

Epílogo:

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